lunes, 22 de diciembre de 2008

Tren Popular de la Cultura



Virginia Vidal

La Fundación Casa América Catalunya realizará las jornadas que, sobre el Tren Popular de la Cultura (Chile – 1971), se celebrarán en Barcelona los días 29 y 30 de enero de 2009. El director general de esta entidad es Antoni Traveria y el encargado de gestión cultural, Francesc Monserrat. La admirable iniciativa de Casa Amèrica Catalunya amerita ser reconocida y emulada en nuestro país.

La determinación de ofrecer lo mejor del arte al pueblo se inscribía dentro de la innovación que marcó las cuatro campañas presidenciales de Salvador Allende. En las concentraciones participaban los mejores artistas de la época, como Inés Moreno, Víctor Jara, el Quilapayún. En la última, participaron los artistas plásticos y los pintores juveniles se destacaron a lo largo del país en las brigadas muralistas, como la “Ramona Parra” Tal propósito culminaría años más tarde cuando, como primera disposición presidencial, Salvador Allende dio curso a la iniciativa del Tren de la Cultura en el primer verano de su gobierno, en 1971.

El presidente José Manuel Balmaceda (1840-1891) con el propósito de modernizar, creó la más grande red de ferrocarriles de Chile conectando a los más apartados pueblos y dándole un nuevo impulso al país. Para Allende, los trenes eran un medio expedito de acercarse a los habitantes de este largo país y comunicarse directamente con ellos, es así como los usó en sus campañas (el Tren de la Libertad, en 1958), sobre todo en la última, donde el Tren de la Victoria llegó a apartados ramales congregando en mítines a millares de habitantes.

El Tren Popular de la Cultura fue una iniciativa de difusión itinerante que trasladó por diversos puntos del país a medio centenar de entusiastas, en su mayoría artistas chilenos de diversas disciplinas: teatro, música, ballet y artes visuales. Han transcurrido los años y el lamentable olvido se ha ido tragando una admirable iniciativa de Salvador Allende, capaz de forjar un espacio imaginario maravilloso para el pueblo de Chile.

Esta actividad tan especial fue auspiciada por el Departamento de Cultura de la Presidencia, dirigido por el escritor Waldo Atías (1920-1978), con Felipe Ravinet y Arturo San Martín Bello y el encargado de relaciones Arnoldo Lattes (+), estos tres viajaron en el tren. También participó en su organización el artista Guillermo Núñez (1), que luego sería nombrado Director del Museo de Arte Contemporáneo. La iniciativa contó con el apoyo de los trabajadores de ferrocarriles: de maquinista a camareros trabajaron con amor y generosidad para el bienestar de la caravana. En ese mismo tiempo, Allende organizó también el Tren de la Salud con médicos y odontólogos que atenderían aun a los habitantes de los más apartados villorrios.

“La empresa de Ferrocarriles del Estado y su director, Nahum Castro, que está en la línea, fortaleciendo todas las iniciativas como esta, que tienden a entregar un aporte cultural y de esparcimiento a los que muchas veces, por falta de medios, nunca han tenido oportunidad de saludar, ver, escuchar y aplaudir a un artista; entregó un tren completo, con coches de pasajeros, coches dormitorios, sumándose a esto la colaboración de la Cooperativa del Personal de los Coches Comedores, COTSEPTUR”, comunicaba el órgano oficial de FFCC, la revista “En Viaje” Nº 448, 02.1971 pp 11-12.

Yo fui la afortunada periodista que subió al Tren Popular de la Cultura para reportear su recorrido. Ése, con coches cama y comedor, fue nuestro hogar durante una semana completa.

El tren popular de la cultura partió el 15 de enero de 1971 desde la Estación Central hasta Puerto Montt. Gracias al envío del maestro Eulogio Dávalos, es posible apreciar el día de la partida del tren por una muy foto que publicó El País/ Aguilar en un libro titulado “Salvador Allende: una época en Blanco y Negro”, con relato de Alejandra Rojas. Se ve a Eulogio en la primera ventanilla, próximo a un trabajador de Ferrocarriles, a la derecha.

Llegamos a Puerto Montt, a mil km. de Santiago. Desde allí empezó la nutrida programación tanto en las ciudades como en ramales. Es así como retornando a la capital, en cada estación se congregaba una multitud que esperaba feliz a los artistas. A los espectáculos y charlas se integraban los escritores, poetas, pintores, artistas de cada lugar. En muchos pueblos era la primera vez que se presentaba un espectáculo con artistas profesionales y una puesta en escena de gran calidad. No olvido cuando llegamos a Lebu. Nos esperaba casi toda la población con el alcalde a la cabeza. En ese poblado minero, la gente lloraba de emoción, porque no podían creer que los tomaran en cuenta, tan olvidados estaban. Lo mismo en Lota, donde muchos artistas hasta bajaron a los chiflones del carbón (las ancestrales creencias mineras nos impedían a las mujeres acercarnos).

Imposible recordar a todos los integrantes de la caravana, había actores como Pedro Villagra, María Eugenia Cavieres, Silvia Santelices, Sergio Buschman, Jorge Acevedo, conocido como el “Malo”, director de escena y ayudante de dirección del Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Los estupendos bailarines del Ballet Popular Chileno (fundado por Patricio Bunster y Joan Turner) encabezados por Rayén Méndez (+), la coreógrafa y primera bailarina del Ballet Nacional, y Fernando Cortizo sobrecogieron a espectadores que nunca habían visto esta forma de la danza..

Dieron especial relieve a la gira, vestidos de etiqueta ofrecieron conciertos maravillosos en reductos mapuches o a la salida de las bocaminas, el concertista en guitarra maestro Eulogio Dávalos quien en ese tiempo formaba dúo con el argentino Miguel Ángel Cherubito. También iban otros dos argentinos: el pianista Omar Rivoira (+) yla actriz Norma Lahourcade.

La muchachada corría a oír a cantantes como Julio Numhauser y Mario Salazar, del dúo “Amerindios”, activos colaboradores del Centro de Antropología Médico Social (2) dirigido por el Dr. Luis Weinstein; el joven cantautor Fernando (Nano) Acevedo, el dúo “Los Emigrantes” formado por Carlos Valladares Mejías y Enrique San Martín, cantaban junto a Rolando Alarcón. También tuvo destacado papel en esta iniciativa Arturo San Martín (+).

Era muy importante la participación del famoso y muy respetado mimo Enrique Noisvander (1928-1990), padre de la pantomima nacional, quien aprendió de Marcel Marceau el arte de la mímica, practicándolo entusiastamente con el poeta Enrique Lihn y más tarde enseñándoselo a Víctor Jara.

No faltaban destacados representantes de la farándula, admirados animadores de la noche santiaguina: los cómicos Guillermo Bruce y Sergio Feito que se sentían orgullosos de ofrecer interpretaciones humorísticas de calidad para alegrar a los espectadores sin recurrir al chiste “por debajo de la cintura”, como decía Feito.

La gente de teatro llegaba a cada villorrio o reducto y comenzaba a hablar con los lugareños, a informarse de los problemas más graves que los aquejaban; llegado el momento comenzaba la representación teatral y para sorpresa de los habitantes, los actores los interpretaban y hablaban de esas dificultades. Tal trabajo escénico producía un acercamiento impresionante y el asombro de los interpretados que hasta pensaban que los actores eran un poco brujos. Los tramoyistas del Teatro Municipal realizaban prodigios montando los escenarios callejeros y hasta unían dos camiones y hacían allí la tarima, escenario para más de alguna actuación

El Conjunto Rauquen sigue activo con Ramón Andreu i Ricart; su director Adolfo Gutierrez falleció hace algunos años.

Eulogio Dávalos recuerda que en el curso del recorrido salieron tres órganos de prensa: "El Cahuin", "La Pelela de Mimbre" y un tercer vespertino que era el "Riel de Goma de los de compañeros ferroviarios.

A medida que avanzaba el tren, se incorporaban artistas y escritores y no faltaban exposiciones de artistas plásticos locales y todos contribuían a enriquecer el dinámico programa.

En Valdivia, se reunieron los escritores congregados por el joven poeta Omar Lara (3), director de “Trilce”. Alfonso Alcalde (4) en Concepción se incorporó a la caravana no sin antes organizar el gran encuentro en casa del novelista Daniel Belmar quien, pese a su invalidez, armó una estupenda tertulia. También nos juntamos con el pintor Julio Escámez quien comenzaba su grandioso mural “Principio y fin” en la Municipalidad de Chillán (5). Meses después, Alfonso Alcalde fue invitado a trabajar (seguir leyendo)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Virginia,

he leído encantada tu articulo sobre el Tren de la Cultura, hace tiempo que he estado buscando algo que tenga que ver con esta hermosa iniciativa, y era muy poco lo que se podia encontrar. Estábamos con un grupo de estudiantes de la Universidad Técnica del Estado realizando los entonces tan conocidos trabajos voluntarios en una población de Puerto Montt, y tuvimos la suerte de acoger en la escuela primaria en donde alojábamos a un grupo de artistas del tren, que fueron aplaudidos con una enorme alegría, en especial el grupo de teatro que tuvo un éxito rotundo. Nunca habíamos visto un publico tan entusiasta, se trataba de hombres, mujeres y niños de todas las edades que nunca en su vida habían visto un espectáculo como ese, era gente muy pobre que vivía en condiciones de pobreza enorme, muchos de ellos sin electricidad ni agua potable. Fue una experiencia única, que por fin puedo compartir con alguien más, no sé si en Chile se haya hecho algo semejante a lo organizado en Barcelona.

El único problema ha sido el tener que quedarme con las ganas de seguir leyendo y sin poder hacerlo, ya que al pulsar en “seguir leyendo” el link solo te lleva a una pagina de correo de internet. Si pudiera solucionarse ese inconveniente seria estupendo.

Todas mis felicitaciones por este articulo tan completo.

Loreto

Comunn dijo...

Ahora está bien lo del link.